Teresa de Jesús tuvo un gran amor: Jerónimo Gracián. Seductor, bienáparecido, elocuente y dotado de excepcional inteligencia, fue su más fieláaliado en la reforma del Carmelo. Las cruentas batallas entre los carmelitasácalzados y los descalzos son el telón de fondo sobre el que se proyectaála íntima amistad de la monja y el fraile. Viajes, fundaciones, procesosáy cautiverios, crímenes reales o venenosas habladurías se sucedenáen un relato trepidante.áAmena y por momentos perturbadora, Sus ojos en mí arroja luz noáusada sobre el perfil más humano de la santa, rescata del olvido la fascinanteáfigura de su adorado Gracián y describe las consecuencias queádespués de la muerte de Teresa y hasta su propia muerte tuvo para él laápermanente mirada de ella.erónimo Gracián,