Los hipnotizadores ojos de Priscila, el cacareo de Pitita, la cotilla vecina del quinto o el pingüino con el que se casa la formal Eloísa son algunos de los peculiares personajes que se dejan ver en ´El Panteón de los Ilustres Ilustrados´. Lo que comenzó siendo un juego de niños en el que Rafa Sañudo dibujaba monigotes imposibles para entretener a su hijo Pedro, sobrinos y demás enanos de mal vivir, se convirtió en una oportunidad para colar mensajes y lecciones de vida cotidiana a través de los dibujos. El objetivo de Sañudo era que, con el que del tiempo, esos niños echasen la vista atrás y entendiesen y asumiesen los mensajes ocultos de aquellos monigotes que de pequeños tanto les divertían. En definitiva, ilustraciones con el doble fondo cargadas de lecciones y consejos útiles para el día a día, también útiles para los mayores.