Y al compás de su bolero preferido se mueve por las habitaciones. No sabe si las palabras conducen sus pasos o sus pasos marcan el ritmo de las canciones, pero lo que sí sabe es que sin ellas no sería capaz de levantarse del sofá y seguir cruzando una y otra vez el comedor sin mirar al sillón. Siempre allí, el sillón...