Me llamo Jesús Blanco, pero todo el mundo en elábarrio me llama Negro. He envejecido junto a misáamigos de siempre en los Banderilleros, el barrio másáconflictivo del sur del país. Poco antes de cumplirálos cuarenta me reencontré con alguien que todosácreíamos muerto y que volvió a reunir a la pandilla enáuno de los mayores marrones de nuestra vida.ESTA ES LA HISTORIA DE FORME:áOS PROMETÍ QUE OS LA CONTARÍA.