Prematuramente juzgado por ciertos sectores como un diletante gustoso de suscitar escándalos, el paso del tiempo ha resituado a Louis Malle como uno de los grandes cineastas de su época, responsable de una obra consistente y cuestionadora marcada por la solvencia narrativa y por su tendencia a desbordar los clichés y a desmarcarse de lo convencional. Amante del jazz, deudor de Albert Camus y de la literatura del absurdo, fue un cineasta versátil, capaz de abordar los géneros tradicionales de forma innovadora (´Ascensor para el cadalso´), de explorar los límites del documental (´Calcuta´), de desnudar los mitos de la Historia (´Lacombe Lucien´), de afrontar sin extravíos la aventura americana (´La pequeña´, ´Atlantic City´) o de recurrir a lo autobiográfico para ofrecer lo mejor de sí mismo (´El soplo al corazón´ o ´Adiós, muchachos´). Temas y obsesiones se repiten a lo largo de una filmografía de apariencia variable pero sustentada por la personalidad de un auténtico autor, de un individualista acérrimo que entendía el cine como un constante desafío.