Cuando abro la caja y las diecinueve notas de La última rosa del verano inundan de ternura la habitación en la que ahora mismo escribo, recuerdo a Ramón Acín y Conchita Monrás, a María Sánchez Arbós y José Manuel Ontañón, a Katia y Sol, y renuevo con Paco Ponzán la promesa que hizo en las páginas de Nuevo Aragón en marzo del 37: ´No te defraudaremos. Tus hijas, Katia y Sol, verán en cualquiera de nosotros un pedazo tuyo´