Se llamaban Miguel, Florencio, Joaquín y Sabino. Eran cuatro entusiastas educadores cristianos. Les tocó vivir unos tiempos difíciles de persecución religiosa en España. Los afrontaron con fe, esperanza y serenidad. Murieron perdonando.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información