Flaubert no se limitó a describir a los seres humanos de su época, sino a la sempiterna condición humana. El autor imagina en este libro la posibilidad de contemplar sus ideas en el espejo de las cartas de Flaubert para comprobar la vigencia de su pensamiento. En una suerte de autobiografía intelectual, va descubriendo y razonando sobre el mundo que nos ha tocado vivir.