Un único camino conecta al pueblo con el manicomio, pero no se trata de un camino convencional. El trayecto se compone de casillas numeradas y para atravesarlo hay que respetar el orden y las normas. Un hombrecillo vestido de cartero se presenta en el manicomio con unas cartas que debe entregar en mano a Federica. El guardián desconfía de él en seguida. No ha llegado caminando sino saltando: al parecer tiene un don.