Los comedores y los ´cuartos de estar´ de las casas, ya no son lugares de conversación, desde que se instaló en ellos la caja de la TV, que dicta lo que hay que saber y cómo hay que saberlo, y de qué hay que hablar y lo que hay que decir. Se dicen cosas vulgares -¿esperando a Godot?- desde un mirar trufado de anuncios y zafiedades. La TV grita, parpadea, despide continuamente imágenes fragmentadas, y, con sus gritos, hace silencio, hace nada. Esperando nada, estos personajes creían esperar a unos hijos. Escuchan voces, fantasmas de noticias, y sus figuras están inmóviles. ¿Quién vive? ´¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?´ ´Y no vi nada en que poner los ojos, que no fuera recuerdo de la muerte´ (Quevedo)